Reto global, desarrollo sostenible – elEconomista

Todos conocemos que el consumidor actual está cada vez más informado y es mucho más exigente, le gusta recabar información y conocer las opiniones de expertos para tomar una decisión de compra mucho más meditada y segura. Pero, además, el nuevo consumidor, hoy en día, es más consciente y está más preocupado por el impacto negativo que los productos o experiencias que compra, dejan en el medio ambiente, incluso en el caso de artículos más especializados como el vino. Por este motivo, una nueva variable se ha incorporado a la ecuación de compra del consumidor, es la búsqueda de la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente como un elemento indiscutible a la hora de dar el “sí” definitivo a su compra.
Un reciente estudio de McKinsey ha constatado que España cuenta con un gran potencial para convertirse en un destino turístico de elección sostenible, lo que nos lleva a que todas las empresas debemos adoptar prácticas responsables y poner en marcha medidas adecuadas para dirigirnos hacia lo que el consumidor nos demanda.
Desde hace décadas, el enoturismo es un elemento fundamental para la industria del vino. Contribuye al desarrollo económico de una región vitivinícola, al tiempo que mantiene y mejora su legado cultural. El enoturismo podría ser un componente fundamental para garantizar la viabilidad a largo plazo de las regiones vinícolas de todo el mundo y poder ofrecer experiencias turísticas auténticas a los que visitan los viñedos y bodegas, así como la degustación, el consumo o la compra de vino. También ofrece la oportunidad de descubrir historias inéditas de las bodegas, los recursos utilizados y los procesos de elaboración, al tiempo que permite a los visitantes sumergirse en la cultura, los valores y la diversidad del vino.
Muchas bodegas estamos dando pasos firmes desde hace años en una estrategia de innovación y visión medioambiental empezando en el viñedo, pasando por la forma de elaboración y crianza en las bodegas, hasta la puesta en marcha de distintos proyectos de abastecimiento con la energía verde como fuente fundamental. Adicionalmente, de cara a conseguir un producto como es el vino que se adecue a estos nuevos requerimientos del consumidor, estamos implementando sistemas de control para paliar el efecto del cambio climático sobre los vinos y los viñedos, introduciendo nuevas técnicas y herramientas que permiten aumentar la calidad del producto y controlar los efectos del calentamiento global mirando por y hacia el futuro.
A su vez, desde un punto de vista arquitectónico, se está avanzando en la búsqueda de sistemas más avanzados. Nuevas construcciones de bodegas están siendo diseñadas por grandes arquitectos como Norman Foster con su programa Planet 1.0, para impulsar e integrar la ecología, que tiene como objetivo fundamental lograr una huella ecológica que pueda ser absorbida de forma natural por el ecosistema del planeta.
Bioprotección
La influencia del entorno natural en el viñedo hace que sea necesario implementar medidas tan eficaces como el respeto por las lindes naturales de las parcelas, la instalación de cajas nidos para aves y murciélagos, la construcción de “hoteles para insectos”, la implantación de cubiertas vegetales para evitar la erosión del suelo y la pérdida de agua o la apuesta por los fitosanitarios biológicos frente a los químicos para el tratamiento de las enfermedades en los viñedos, evitando la influencia negativa de los últimos en la vida humana, animal y vegetal. El respeto por la biodiversidad, que demandan cada vez más aficionados al mundo del vino, hace que desarrollemos nuevos procesos con menor huella de carbono que favorecen conseguir elaboraciones de vinos con los más altos niveles de calidad de forma armónica con la naturaleza y el entorno.
La Federación Española del Vino (FEV), en esta misma línea, ha creado la primera y única certificación para bodegas en materia de sostenibilidad medioambiental. Este sello (SWfCP- Sustainable Wineries for Climate Protection), al que nos hemos acogido ya más de 50 bodegas de toda España, se otorga a aquellas empresas vitivinícolas que cumplen con los requisitos más exigentes en materia medioambiental para las bodegas del presente y el futuro.
Dichos criterios, se basan en cuatro dimensiones de máxima relevancia, que se apoyan en los objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas que marcan la hoja de ruta a organizaciones y personas. Estos cuatro criterios son: medioambiental (gestión del agua y de residuos, eficiencia energética, emisiones de GEI, suelo y biodiversidad); social (seguridad y salud de los consumidores, trabajadores y proveedores y territorio y cultura local); económico (eficiencia y resiliencia) y de gobernanza (gestión de la sostenibilidad, comportamiento ético y relación con los grupos de interés).
En definitiva, no solo los amantes de grandes y reconocidas bodegas, sino también los nuevos aficionados al vino tienen ahora la oportunidad de asomarse al enigmático mundo del enoturismo de elección sostenible, haciendo que toda la experiencia del vino sea más visual y placentera para ellos con un nuevo elemento que ha venido para quedarse, como es la apuesta por una inversión en sostenibilidad, energía verde, cuidado y protección medioambiental, con la finalidad de ofrecer calidad al consumidor, pero asegurando las necesidades actuales de los ciudadanos sin comprometer el futuro de las generaciones venideras, protegiendo el desarrollo social y económico de todo el planeta.